PALOMA SAN BASILIO

Qué nos pasa

Fecha: 23-04-2013
¿Qué nos está pasando? Navegamos por la red como expertos capitanes hacia los confines del mundo, nos chateamos con las antípodas, nos sentimos omnipresentes como dioses. Todo está en nuestras manos. Sólo un toque y todas nuestras preguntas tienen respuesta. ¿Para qué vamos a intentar llegar al fondo de las cosas si la red nos dice, al segundo, todo lo que queremos saber? Hasta quiénes somos si algún día se nos olvida…Y no importa que apenas nos reconozcamos en la respuesta: nosotros estaremos equivocados, porque la red es la Biblia, incontestable, sabia y fría como una lápida.
 
Nos faltan horas para mirar nuestros artilugios, bajarnos aplicaciones para todo: cómo hacer el mejor sushi, cómo sortear los controles… Cualquier estupidez tiene una aplicación que rápidamente nos facilita la vida y nos aumenta la sensación de poder; montones de cordones umbilicales nos atan para que no tengamos miedo, para que no nos sintamos solos sabiendo que hay más solitarios sintiendo lo mismo.
 
Tengo miles de sugerencias para mi escritorio pero no consigo que nadie me diga dónde hay una aplicación contra el odio. Sí, contra ese odio dormido que llevamos dentro, que aparece cada vez que alguien no nos gusta, cada vez que vemos que una condena no nos parece suficiente y hay que tirar del pelo a quien no recibe, a nuestro mezquino entender, suficiente varapalo. Lo he visto en muchas imágenes del hombre cavernícola, el arrastre por los pelos o la agresión cobarde y anónima en la red cuando el odio se desata desde alguien que no tiene cara ni valor para odiar de frente.
 
Una aplicación con un atractivo icono para que esos seres que pagaron a sus hijos el colegio y algunos juguetes no les quiten la vida como si les perteneciera, cuando ellos no son capaces de transitar por la suya. Para que los que deciden usar ollas a presión contra alguien que inocentemente espera en la meta de un maratón el momento de abrazar a un ser querido no rompan un domingo con dolor y muerte ni mutilen sonrisas y puedan, con un simple dedo, cambiar el curso de tantas vidas con esa locura y odio del que se alimentan día a día.
Todos somos responsables: nosotros como sujetos pasivos y los que pueden cambiar las cosas y no quieren, los que nos utilizan y dejan que nos despellejemos en programas, vías o mensajes, los que no van por la calle casi nunca y habitan en la zona VIP de la vida (Vado de Impunidad Permanente). A salvo, sin pisar los charcos ,alimentándose del odio de los demás, enriqueciéndose con esta enajenación colectiva que no nos deja volar, que confunde evolución con progreso, talento con dinero y libertad con ignorancia.
 
Nosotros seguimos ávidos en este mundo interactivo de sordos, utilizando las nuevas tecnologías que otros han inventado, sin legitimidad moral, como apunta Ortega en “La Rebelión de las Masas”; creyéndonos con derecho a todo  por el mero hecho de poder adquirirlo, aunque no sepamos qué hacer con ello y se convierta a veces en nuestras manos en instrumento del odio. Lo malo es que no nos damos cuenta de que los leones del circo también han aprendido a navegar por la red.

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