Se asoman por la pantalla del televisor, te asaltan por sorpresa, incluso cuando quitas el sonido en los anuncios, de pronto una imagen te traspasa, desde lejos la mayor parte de las veces, la cara angustiada, y tu sientes una punzada en tu cómoda existencia y te gustaría borrar esa angustia aunque no sabes como o no quieres saberlo, entonces te avergüenzas de tus pequeños y a veces sobredimensionados problemas y te cuesta entender a esas mujeres de hierro ,que sobreviven en un mundo, que sigue siendo bastante inhóspito para muchas de ellas.
El dia de la mujer, ¿Cuál es el día? Ese en el que no tengan que mandar a sus hijos a guerras que no entienden? Ese día en el que no tengan que arrastrarse por campos de refugiados? O no sean víctimas de las violaciones de las bestias con las que conviven? Ese dia en el que su lugar en el mundo tenga la dignidad y la equidad que otros les niegan? En el que no tengan que trabajar el doble para ganar la mitad? En el que las arrugas que esta sociedad no soporta las aparten de una cámara siempre sedienta de carne fresca?.
Soy mujer, madre, abuela y me considero una privilegiada en un mundo todavía manejado por hombres. La política, la religión, la empresa siguen siendo poco generosas con el mal llamado sexo débil. En pleno siglo XXI aún vemos un trato discriminatorio en espacios que predican la justicia y la igualdad sin ponerla como ejemplo en sus propias filas, algo que los demás contemplan con una absoluta indiferencia e incluso con tolerancia y complicidad. Supe desde muy pronto que si quería bienestar y calidad de vida para mi y los míos la mejor manera era trabajando y haciéndome un sitio propio y digno, no todas tienen la suerte de poder hacer lo mismo.
Pienso en tantas mujeres-madres, funambulistas del hambre, la violencia, la soledad y el abandono, que sobreviven entre los restos de una guerra o una estructura social que se desmorona a su alrededor, dejándolas sin techo y sin respuestas. Mujeres-madres que protegen a los hijos contra su pecho, con la mirada húmeda preguntándose porque y hasta cuando. Mujeres-madres-abuelas que recogen a sus hijos y nietos de vuelta de un viaje interrumpido antes de tiempo, intentando suplir con generosidad y cariño las carencias a las que los tiempos que vivimos están sometiendo a tanta gente. Mujeres-madres tejiendo como la araña una red, fina, fuerte e invisible que sostenga su pequeño mundo.
No tienen color, ni raza, no pertenecen a clases sociales, no son ricas ni pobres, cultas o ignorantes, no se conocen, algunas ni siquiera imaginarían que otras existen, pero todas están ahí, en un difícil equilibrio, como amalgama, uniendo las partes heridas, y no se rinden y seguirán estando siempre cuando se las necesite, cuando todos les den la espalda a los que ellas quieren, siempre con una sonrisa… triste, con una mano tendida donde otros las cortan, acariciando el dolor, acompañando la soledad, comprendiendo los errores, esperando que todo pase y vuelvan las aguas a su cauce y la paz vuelva algún día, esa paz sostenida cada dia por su mirada, todas tienen la mirada azul, del mar de los sueños, del cielo protector… como en la canción de Sade… aunque a veces le lloren perlas.